La publicidad está en todos lados y con el afán de llamar la atención todo es válido. Más aún dentro de un shopping donde hay consumidores ávidos en todas las direcciones.
Después de invadir hasta los baños, la publicidad llegó a los ascensores y podemos comprobar que con creatividad, usando al medio como recurso, no pasa desapercibida.
Estos son tres ejempos que nos parecen excelentes: un fisicoculturista incansable sponsoreado por un gimnasio, el símbolo por excelencia de Bruno Díaz convirtiendose en superman promocionando la película, y el tercero de galletitas Oreo, que necesita una plano más abierto para verlo, pero logra el objetivo de tentar a todo el que pasa de mojar una galletita en un vaso de leche.
4 de septiembre de 2009
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