31 de agosto de 2009

Propaganda nazi: Cuando el fin y los medios no se justifican

El Liberalismo en decadencia, el comienzo de la Primera Guerra Mundial y las crisis económicas fueron semillas de la creación de estados totalitarios. Pero para que estos fenómenos se produzcan fué fundamental la utilización de una nueva arma: La Propaganda.

Para el triunfo de la revolución bolchevique en Rusia fué necesario, no sólo la teoría de Marx y el liderazgo de Lenin, sino también, la aplicación de nuevas técnicas psicológicas con el objetivo de manejar la actitud y el comportamiento de las masas, naciendo de esta manera la propaganda moderna.
En Inglaterra también se aplicaba con éxito esta nueva "arma", que apuntaba a la destrucción psicológica del adversario y mantener la propia fe en el triunfo.

En estos dos modelos fue en los que Adolf Hitler luego se inspiró para construir su propio poder. En su obra Mein Kampf los alaba y agrega que ninguna guerra se gana sin el "gran ejército de la Opinión Pública".

La propaganda hitleriana promovía el nacionalismo, el liderazgo de Führer y el odio hacia "los enemigos del pueblo alemán": el comunismo, el capitalismo y los judios. La Gráfica de sus afiches para transmitir una lógica tan básica y directa, era también simple y contundente, fácil de decodificar por las masas.

Gracias a la propaganda y a Goebbels (mano derecha de Hitler en este sentido), el partido nacionalsocialista pasó de ser un grupo pequeño de fanáticos a convertirse en la primera fuerza política de Alemania en 1933. Una vez en el poder centralizaron el aparato propagandístico, terminaron con la libertad de prensa y se dedicaron a eliminar a sus "enemigos".

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